Humanismo sin apellidos
Más aún el agnosticismo o el ateísmo dice relación con la creencia en dios y no necesariamente con una doctrina religiosa. Mezclar ambas cosas revela ignorancia. A su vez los que no profesan la doctrina cristiana como expresión religiosa, son parte de una cultura que contiene muchos valores, que ha nadie repugnan fundadamente. Por consecuencia los que somos agnósticos o ateos, no sentimos ninguna contradicción vital por vivir en una cultura impregnada por los valores del cristianismo. No son patrimonio del catolicismo, como pretende hacernos creer un candidato que declara "humanista cristiano" y que descalifica a la candidata adversaria, por ser según el, del mundo de los "agnósticos y ateos".
Peligrosa afirmación en un mundo que intenta integrarse en torno al valor superior de la tolerancia y la libertad, en un mundo que no quiere más exclusiones ni intolerancias. Retrogrado pensamiento sin duda. Del mundo de los agnósticos vienen, Domingo Santa María, Arturo Alessandri Palma, Juan Antonio Ríos, Pedro Aguirre Cerda, Salvador Allende, Ricardo Lagos, entre muchos otros, que han sido constructores de nuestra república, inequívocamente democráticos, tolerantes, inclusivos y reconocidos humanistas sin apellido. Porque el humanismo, al colocar al hombre al centro de las preocupaciones del propio hombre, es laico por definición, porque respeta y defiende el derecho de expresión y acción de todos los hombres sin distinción de creencias religiosas y opciones de conciencia. El laicismo es en este sentido profundamente humano, y es la doctrina que garantiza el desarrollo de la libertad y la democracia en plenitud. Es una falta de respeto a la memoria histórica de la República de Chile, pretender estigmatizar a una candidata presidencial por ser supuestamente agnóstica o atea. El humanismo desde esta perspectiva no necesita de apellidos para reconocer una identidad universal.
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