Melo

viernes, enero 06, 2006

La pasión de Hypatia






















En todos los tiempos han existido personas que han sostenido la luz de la racionalidad como una antorcha brillante en medio del oscurantismo propio del misticismo y el fanatismo. En los primeros años del cristianismo hubo una valiente mujer que fue una inspiración para las gentes de sus días y un ejemplo para nosotros. Ella vivió en Alejandría en el siglo V, era matemática, filósofa, científica, una Galileo mil años atrás. Amada por unos y odiada por muchos que predicaban una religión de paz. Se trata de Hypatia. Esta insigne mujer trabajaba como docente e investigadora científica en el Museo adjunto a la biblioteca de Alejandría, aquel maravilloso faro de la Humanidad que iluminó a Occidente por tanto tiempo, que albergó sabios de todo el mundo, que mantenía los saberes de tantos tiempos y lugares.

Era investigadora, científica, filósofa, nunca había sido bautizada como cristiana y a su edad no le había interesado adoptar ese credo: le gustaba la ciencia y en esa época las mujeres cristianas no hacían ciencia, bueno, tampoco los hombres. Esa era su inmoralidad. Hypatia era admirada por su elegancia, según algunas fuentes por su belleza, pero especialmente por su sabiduría y ecuanimidad. Tal vez por eso era odiada por Cirilo, el obispo cristiano de la ciudad, un pendenciero que le hizo la vida imposible a quienes se le atravesaron por su camino, incluso a cristianos como Nestorio, el patriarca de Constantinopla (la capital del Imperio). Cirilo había heredado el cargo de su tío el obispo Teófilo quien ya había ocasionado muchas persecuciones y destrucciones a los templos de religiones no cristianas. De lo poco no cristiano que quedaba en Alejandría, era el templo al dios Serapis que albergaba al Museo con su Biblioteca, y una comunidad judía pujante.

En ese tiempo, Alejandría como muchas ciudades del Mediterráneo habían acogido a los judíos que se encontraban en la diáspora. En esa Alejandría liberal, cosmopolita, de mercados abiertos y tolerancia religiosa, habían triunfado los judíos, y la habían hecho más rica aún. Con todo el derecho del mundo habían conservado su religión, a pesar que una secta surgida en su propio seno, que le robó sus Escrituras y las utilizó en su contra, era ahora el poder triunfante en el Mediterráneo. A pesar que el Emperador Romano ya era de ese nuevo culto, surgido, mas no fundado, por un predicador judío asesinado por Roma y que ahora, irónicamente, "acompañaba en espíritu" las batallas de los Romanos contra los judíos.

Esos judíos eran para Cirilo un "problema", "una cuestión", a la que había que encontrarle una "solución definitiva", y entonces decidió predicar el odio contra la comunidad judía de Alejandría, para que fueran expulsados de la urbe, y repetir la mentira mil veces dicha desde Mateo hasta Hitler, pasando por Lutero, Wagner, Agustín, Atanasio, Gibson: que los judíos habían matado a Dios. El interés de Cirilo era recordarle al mundo que Alejandría era cristiana y sólo cristiana, así como ahora Juan Pablo II le recuerda a Europa que es "esencialmente cristiana"

Cirilo se aprovechó de uno de los mayores males de la cultura helenística y que finalmente forjó su caída: la abominable esclavitud. Bajo la consigna de hacer a todos los hombres libres (claro está, en un hipotético y utópico paraíso, no aquí en la tierra), sonsacaba a las masas de esclavos incontentos. Así mismo, el cristianismo, prometía libertad a esos esclavos, en una utópica sociedad cristiana... en el cielo.

Hypatia no se mantuvo indiferente ante la injusticia que se cernía sobre un pueblo, que desde ya era el chivo expiatorio de todos los males del mundo, una nación sin tierra que no tenía a dónde volver, que vivía en una diáspora eterna y que enriquecía a Alejandría con su negocios y su cultura. Por eso, protestó. Y como consecuencia, ahora los sermones de Cirilo se dirigieron contra esta mujer.

Un día mientras Cirilo seguramente rezaba, sus seguidores interceptaron el carruaje en que se dirigía Hypatia hacia su trabajo en la Biblioteca. La violentaron, le despojaron de sus vestiduras y con ostras la despellejaron viva. Fue linchada y humillada. Según Sócrates Escolástico: "La arrancaron de su carruaje, la dejaron totalmente desnuda; le tasajearon la piel y las carnes con caracoles afilados, hasta que el aliento dejó su cuerpo..." La tragedia ocurrió en marzo del año 415 de nuestra era, cuando Hypatia fue asesinada tenía 35 años de edad.

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Hypatia siendo atacada por la turba iracunda

Cirilo se lavaba las manos como Poncio y disfrutaba del camino que "la voluntad de Dios" le había despejado. Su otro enemigo, Nestorio, fue desterrado a los confines del Imperio, logró en el Concilio de Efeso, imponer a punta de sobornos el Dogma de María como Madre de Dios. Definitivamente parecía que ese Dios estaba de su lado. Para elevar su gloriosa vida, años más tarde después de muerto fue canonizado por la Santa Iglesia Católica, mientras Hypatia y Nestorio eran olvidados y los judíos seguían perseguidos.

Nadie va a hacer una película de esta mujer, yo que la he admirado desde que leí su historia, no le voy a rezar para que resuelva mi vida y mucho menos voy a idealizar su sufrimiento como un sacrificio al que debo recurrir para deshacerme de las consecuencias de mis actos buenos o malos . Tampoco me colgaré una ostra de oro con esmeraldas en mi cuello, ni una bonita botella de cicuta como la que Sócrates optó por tomar tan dignamente. Simplemente quiero contarles una historia que a mí me entristece.

Un problema para quienes les gusten las matemáticas

Es seguro que en sus numerosas explicaciones sobre la Aritmética de Diofanto, Hypatia propuso a sus alumnos este problema, que es el que inicia la serie de 39 problemas que se incluyen en el Libro I de su tratado:

Dividir un número dado (por ejemplo, 135) en dos partes, cuya diferencia sea conocida (por ejemplo, 87).

1 Comments:

  • Sea x + y = 135 y x - y = 87
    La repuesta es:
    x = 111 e y = 24

    ...ya me enamore de Hypatia...

    By Anonymous Anónimo, at 11:53 p. m.  

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